Se llama ‘El reloj’ y está
construida con miles de fragmentos de largometrajes en los que aparece un reloj
o se hace referencia a este. Cada escena muestra un minuto del día. Es una obra
hipnótica que reflexiona sobre el paso del tiempo y que celebra el séptimo
arte.
Los espectadores entran a ver
el ‘El reloj’ con la idea de quedarse unos minutos, solo los suficientes para
conocer el experimento. No saben que la obra es hipnótica y hará que cambien de
planes: la gente suele quedarse de una a dos horas observando cómo pasa cada
minuto en ese universo cinematográfico que reúne películas de todos los
tiempos.
‘El reloj’ es una obra del
artista suizo-estadounidense Christian Marclay que desde 2010 viaja por el
mundo para proyectarse en diferentes escenarios. Empezó en la galería White
Cube en Londres y acaba de presentarse en Nueva York en el Festival Lincon
Center.
La película dura 24 horas, así
que los espectadores pueden ir a verla en cualquier momento del día. Está
construida con fragmentos de películas en los que aparece un reloj o en los que
se hace referencia a la hora, y cada minuto del día es representado por una
escena diferente. ‘El reloj’ está sincronizado con la hora local de la ciudad
donde se presenta, así que si la película anuncia que son las 3:38 de la tarde,
los relojes de los espectadores marcan la misma hora.
Marclay tuvo la idea en 2005,
mientras trabajaba en otro proyecto que también involucraba relojes. Pero
editar una pieza que duraría 24 horas le tomaría varios años, así que lo
pospuso durante un tiempo. “Eventualmente contraté asistentes para que vieran
películas –explicó Marclay a la BBC–. Cada vez que veían un reloj o encontraban
una referencia a la hora me entregaban el material”.
Ya con las películas
seleccionadas, el artista podía pasar todo un día editando solo un minuto. Pero
luego alguien aparecía con una mejor escena para ese minuto y tenía que
editarlo de nuevo. “Los minutos más difíciles de llenar fueron los que iban de
las 5:00 a las 5:30 de la mañana –contó el artista–. Pero la gente sueña mucho
a esa hora, así que usé muchas secuencias sobre sueños”.
Aunque de un fragmento al otro
la historia que se está contando se corta, Marclay ha comentado que intentó
crear una ilusión de continuidad que hiciera que la narrativa fluyera a medida
que pasaban las escenas.
Para Marclay la obra sirve
para recordar la mortalidad. “Tal vez me embarqué en este proyecto porque
cumplí 50 años. Tal vez estoy teniendo una crisis después de pensar en el poco
tiempo que me queda. Pero por esa misma razón todos se conectan con la pieza,
pues están ansiosos del tiempo que pasa. Y aunque es un tema oscuro, los
espectadores salen felices por la fuerza seductora de la obra”.
Aparte de ser una reflexión
acerca del paso del tiempo, de la vida y la muerte, la obra también es una
celebración al cine. En un momento Paul Newman oye la alarma del despertador y
abre los ojos; luego, Humphrey Bogart mira nerviosamente su reloj, y después
Sofía Loren, glamurosa en pijama, le comenta a Marlon Brando que no puede
vestirse antes de las 11:00 de la mañana.