El 12 de Octubre es sede de la fritanga más famosa de Bogotá...
En una esquina de la Plaza de Mercado del 12 de Octubre, las vísceras de res y cerdo se convierten en uno de los manjares más queridos para millones de bogotanos. Esto se debe a la labor de Segunda Fonseca, la creadora de las fritangas del Piqueteadero Doña Segunda, uno de los más tradicionales de Bogotá.
Esta tradición se extiende desde la década de 1960, cuando Fonseca llegó de Socotá (Boyacá) con tres niños de su mano huyendo de los malos tratos de su esposo. Primero montó una carnicería en un potrero junto a la calle 72 que se convirtió en la Plaza del 12 de Octubre. Luego empezó a vender rellenas, y ahora distribuye embutidos a piqueteaderos de toda la ciudad.
Los platos (o mejor, canastos) de comida no son exactamente para personas obsesionadas con las dietas y que cuentan cada caloría. Los productos son freídos en aceite que generosamente absorbe el papel sobre el que se sirven, hasta dejarlo transparente. Así mismo, las cuentas de carbohidratos y colesterol son de cuatro dígitos y se alejan muchísimo de las sugerencias de un nutricionista.
Pero eso no importa, según Andrea Álvarez, comensal del restaurante. “Uno sabe que acá no viene a comer lo más saludable o lo más light. No es un lugar para comer todos los días, o todas las semanas. Pero pues… es muy rico”; dice mientras saborea una morcilla con papa criolla.
Como ella, unos 500 compradores se acercan a diario al 12 de Octubre para las rellenas, chicharrones, bofe (pulmón de res), corazón, gallinas criollas y longanizas que allí se preparan. En fines de semana las filas pueden llegar a extenderse más de 30 metros, aunque el piqueteadero tiene una casa de tres pisos al frente en la que se adaptó un inmenso comedor.
Amor y caos por una rellena
A sus 81 años, doña Segunda Fonseca aún atiende una carnicería justo al lado de su piqueteadero. Su hija Martha Velasquez administra el local, y los otros empleados también hacen parte de la familia. Este es un negocio familiar, en el que el secreto está en la sazón irrepetible de los embutidos.
“El amor al prepararlas es lo esencial”, dice Velásquez, pero no explica las razones del éxito de sus rellenas. Muchos conocen cómo mezclar sangre de cerdo con arroz, trocitos de papa y arveja, envolverlas en el intestino delgado de un cerdo y freír la mezcla en aceite, pero hay algo más en las de doña Segunda.
Para Diego Carreño, otro comensal, el secreto está en el tiempo de duración de la rellena. “No solo es la de mejor sabor de toda Bogotá: es la más fresca y se nota”, afirma mientras baja su morcilla, como casi todos los demás comensales, con una Colombiana. En el restaurante se prepara todo: las rellenas, longanizas y hasta la papa criolla se preparan con una receta secreta.
Por eso la esquina de la calle 73 con carrera 51, a solo tres cuadras de la estación Avenida Chile de TransMilenio, siempre tiene un caos de taxis, camionetas, autos de alta gama y motos buscando parqueo en las calles aledañas. Todos quieren disfrutar de las famosas picadas de doña Segunda: unos por su sabor, otros por su costo razonable.
Fuente : www.publimetro.co