Plaza de Mercado de las Ferias
Por: Arminio del Cristo Mestra Osorio
La calle 68 con la avenida Rojas debería llamarse cuatro esquinas. Eso es lo que encuentra el transeúnte al pasar por ese sitio o cuando el bus se detiene frente al semáforo.
En el centro de esas esquinas se encuentra un busto en homenaje al General, Gustavo Rojas Pinilla. En una de sus paredes reposa un escrito que dice lo siguiente: 'la patria no puede vivir tranquila mientras haya hijos con hambre y desnudez'. Será que sus nietos, Samuel e Ivan Moreno, lo leyeron antes de embarcarse en el tren de la contratación.
También se encuentra un letrero que dice 'Almacenes Yep', tienda emblemática para los bogotanos y para la localidad de Engativá. Allí mismo, la 'Surtidora de aves' un almorzadero de la clase media, esa que aparenta ser rica, pero ése es su punto de encuentro. 'Camila', no es una nena, es un almacén que ofrece baratijas para ilusionar al mundo femenino, y por último está una tienda de 'Claro', una ramificación del emporio financiero del señor Carlos Slim.
Desde allí, se puede subir hacia el norte y en fracción de segundos se estará frente a la Plaza de Mercado de las Ferias, ubicada en la calle 74b Número 69Q- 35, en el barrio Las Ferias Occidental. Si se hace esta travesía un día sábado, se encontrará con todo tipo de ventas, que van desde verduras, frutas, plátano, yuca y demás productos agrícolas.
Hay que indicar que son vendedores que están por fuera de la Plaza y podría decirse que son negocios 'ilegales'. Todos ellos en el rebusque para poder subsistir desde la informalidad. Ninguno cotiza para la salud, mucho menos para la pensión. Lo que prima allí es el trabajo informal, el mismo que el gobierno registra como empleo y lo censa en esos términos.
Bueno, este tema es harina de otro costal. Para no salirnos de la Plaza hay que recordar que éstas tienen mucha importancia histórica, en la transformación de los pueblos, y es allí donde se han realizado los grandes movimientos de liberación e independencia.
Llegamos, y digo que llegamos, porque me acompañaba una estudiante de periodismo, ella quería saber, lo que acontecía al interior de esta Plaza y así poder establecer diferencias con el aula de clases. Hubo que solicitar un permiso a Jairo Narváez, administrador de la plaza, para poder tomar unas fotos y ganar la confianza de los señores y señoras que venden en cada uno de los sitios asignados. No sólo la burocracia y el papeleo están en la administración central, también se hace presente en estos sitios populares.
Empezó el recorrido y es allí donde uno puede establecer los colores, olores y aromas de todo tipo; de pronto no es el lugar apropiado para ciertos señores, señoras y señoritas. Para hacer un verdadero acercamiento se eligió a una abuela, pero hubo que comprarle una docena de granadillas para entrar en confianza y así poder ganar su amistad momentáneamente.
Ella se llama Hilda Ballesteros, del corregimiento de Corrales (Boyacá), cuenta con 70 años de edad y lleva más de cuatro décadas vinculada a esta Plaza. No tiene ningún tipo de seguridad social, debe pagar cien mil pesos mensualmente por el arrendamiento de ese local, que está señalado por el área, ubicación y actividad. Nos indicó que toda su vida ha estado dedicada a la plaza de mercado, hoy en día tiene que utilizar muletas para poder desplazarse. Y su compañía es la de su hijo que cada ocho días tiene que ir a Corabastos para surtir el punto de venta. "Mi vida terminará aquí en la Plaza, porque eso es lo que tengo y por este puesto debo seguir luchando, eso es lo que le toca al pobre".
La estructura lleva 50 años de construida y la actividad comercial de la plaza cuenta con 75 años. Allí mismo se puede encontrar perfumería zodiacal, velas, velones, floristerías, artesanías, yerba-buena, manzanilla, nabo, carnicerías, restaurantes, vendedores de tintos y, la sábila junto con la herradura para la buena suerte y la protección de la casa. Los productos que se comercializan tienen un 70% de origen campesino y un 30% comprado en Corabastos.
Aunque se quiera disimular, la inseguridad reina en esta Plaza; los inicios se dieron bajo las torres eléctricas de alta tensión que atraviesan el barrio Bonanza y la Ferias. La gente del sector acudía masivamente a comprar bajo el lodazal y los contratiempos de los años 60 y 70. El organismo que regenta las plazas de mercado en Bogotá es el IPES (Instituto para la Economía Social), el cual establece todo el funcionamiento administrativo.
Logramos conversar con una matrona del lugar llamada Inés Nova de Conchanchon, quien nos contó sus experiencias de vida y de los años como vendedora: "aquí llegué en el año de 1949, cuando todo esto era solo barro, pasto, agua, era un potrero y abajo en Bonanza era un sembradero de papas. Yo críe a todos mis hijos en esta Plaza y en el Cementerio Central. Mi primer negocio fue de flores en la 26, cuando trabajábamos de la calle 15 con 26 hacia abajo. Un buen día mi marido me dijo que fuéramos a escoger un punto fijo en las Ferias, al píe de la casa de nosotros y, dejamos de sufrir. Trabajaba un domingo aquí en la Feria y el otro domingo en la 26. Aquí sufríamos mucho por el barro, tenía que tender las hojas de la yuca y la alverja, y encima echaba el mercado, en el puro suelo. Por eso es que a mí me da mucha cólera cuando vienen aquí esos señores a prometer y no cumplen. Aquí ha habido mucha delincuencia y mucha vagancia".
Visitar esta plaza es poder vivir y contar una experiencia la cual sólo se vive si va a esta, no hay otra forma de saber que pasa en su interior. Las regiones con más presencia en esta Plaza son: Boyacá, Santander y Cundinamarca. Y por último, encontramos las famosas placas que dejan los políticos para el recuerdo, la que está ubicada en la Feria, por la salida de la carrera 69 con calle 74B reza lo siguiente:Plaza de Cisneros.
Esta Plaza fue construida siendo alcalde Mayor de Bogotá el doctor Jorge Gaitán Cortes y Gerente de Servicios públicos el doctor Guillermo Gómez Moncayo. Junta de Acción Comunal, barrio las Feria. Julio 26 1964. Esto es lo que queda para la posteridad, y se seguirá viendo en esta plaza, con el recuerdo de ancianos y ancianas que seguirán narrando sus peripecias, y que su vida terminará en ese puesto de venta, que es su única herencia.